La imaginación

Es la capacidad de reproducir el resultado de un estímulo cuando la estimulación no está presente. Es un elemento con el que podemos jugar, de ahí la expresión “jugar con la imaginación”, donde podemos traspasar límites que serían imposibles de alcanzar en la vida real. 
Por otra parte, se pueden imaginar cosas totalmente reales, que posteriormente se podrían realizar en la vida real.

La imaginación depende de múltiples factores tales como la memoria, el estado de ánimo, el marco sentimental, la ideología,… y un elemento que es muy importante en este apartado: la creatividad. Pese a que sea un elemento importante, hay que dejar claro que para que haya imaginación no es necesario que haya creatividad, puesto que una idea no tiene por qué ser siempre creativa, es más, no es fácil que lo sea.

La imaginación es, por lo tanto, un elemento que usamos en nuestro día a día cotidianamente y que puede ser usados en todos los ámbitos de nuestra vida: en el trabajo, en la universidad, cocinando, organizando una fiesta…

Centrándonos en una parte concreta de la imaginación, lo haremos en la manera en la que visualizamos las cosas al imaginarlas, es decir, en la imagen vicaria. Cuando visualizamos una imagen previamente, se ha comprobado que se tarda menos al hacerla que sin haberla visualizado. Para visualizarla, se puede preparar a la mente de diversas formas tales como la relajación, la concentración o el auto convencimiento de que lo que se va a visualizar es real.
Para evocar dicha imagen, pueden hacerse 3 cosas:
  • Dibujar
  • Cerrar los ojos
  • No hacer nada de lo anterior

Además, se ha realizado una investigación en la que se muestra una correlación estadística entre la capacidad de visualización y el éxito profesional en el campus de la ciencia y la invención. En esa correlación, se ha demostrado que también interactúan la vocación artística, la capacidad de procesamiento visual y el éxito científico. Como ejemplo de esto, tenemos el caso de Tenesse Williams, que reconoció haber escrito “un tranvía llamado deseo” tras la visión de una mujer a punto de despedirse de su juventud, sentada frente a una ventana y esperando al hombre con quien iba a casarse con el rostro desolado iluminado por la luz de la luna. Otros ejemplos que corroboran esta investigación son los de Ansel Adams, que visualizaba las fotos antes de hacerlas, y Nabokov, que decía que la idea germinal de una novela se origina en sensaciones tan reales como el sabor de una galleta o la dulzura del pavimento bajo los pies.

Esto nos hace ver que la capacidad que tenemos de representación de las cosas en nuestra cabeza es una capacidad polisensorial. Ejemplos de esto son que muchos músicos visualizaban la partitura mientras interpretaban la música, que muchos actores visualizaban las líneas del libreto, lo que les ayuda a recordar mejor el texto o incluso un caso un poco diferente, donde muchos genios creadores se refrescaban con actividades distintas a la suya porque eso estimulaba su imaginación como por ejemplo Einstein con el piano.

En el análisis de ese apartado de la visualización dentro de la imaginación, destacan varios libros para leer, aunque yo he querido resaltar uno: “Visualización creativa: cómo usar la imaginación para producir cambios positivos” de Shakti Gawain.

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